El sol está en mi espalda
quemando mis hombros;
y también está encima de tu falda,
la que me llena de asombro.
Verano de hace muchos años
y todavía está en mi memoria
la mirada de extraños
y la tuya llena de euforia.
Ojos claros y almendrados,
penetrantes y encendidos,
cruzaron miradas en ambos lados
con estos ojos afligidos.
El agua, clara y clorificada,
refleja millones de flamas
casi todas apagadas
mientras tú no hablas.
La noche se deja de ser agua turbia
en tus labios de centella.
Yo bajo la lluvia
y tú bajas lágrimas de estrellas.