Memoria del Sueño

Cosas que decir y no se puden pronunciar (Carlos Jesús Márquez)

Son las seis de la mañana, el despertador suena, me quito las legañas y me pongo mi única camisa buena. En la esquina de la habitación está mi blue jean, me pongo el pantalón y cojo mi maletín.

Sin tomar desayuno, salí a la calle, no hay vehículo alguno y no quiero que mi bicicleta me falle. Con timón en mano y pedales a prisa, un pique sobrehumano y una suave brisa. Las avenidas lucen vacías; las aceras, despobladas, sin personas de miradas frías, sin ella y sus zapatillas aladas.

Me doy cuenta que solo estoy, no hay nadie a mi al rededor. No sé a dónde voy, que alguien me diga lo que pasó, por favor. Las respuestas no aparecen, no las encuentro. Más dudas en mi mente florecen y he llegado al Centro.

Aquel lugar está desolado, cubierto de otoño, hojas caen de lado a lado y veo en el piso su rosado moño. No entiendo que pasó mientras dormía. ¿Acaso estoy soñando?- me dije mientras corría y me acercaba a un objeto que estaba brillando. Lo recogí del piso. Era una pistola casi nueva cubierta de granizo. Lo raro es que acá nunca neva.

La cogí lentamente y apunté hacia mi occipital. Sólo tengo en mente despertar en mi cama o en el paraíso celestial.

Me armo de mucho valor y disparo la maldita arma. Silencio abrumador y luego suena mi alarma.

Son las seis de la mañana, el despertador suena, me quito las legañas y me pongo mi única camisa buena.