Memoria del Sueño

Cosas que decir y no se puden pronunciar (Carlos Jesús Márquez)

La madrugada, momento perfecto para el noctámbulo, se muestra inquieta y deja deja escuchar los ruidos de una ciudad que no duerme, sin embargo, invita al sueño.
Entre letreros luminosos de las avenidas, en medio de la música de las fiestas, bajo la luna oculta, ahí, si ahí, se encuentran las historias, quizá jamás serán contadas, quizá no saben lo que son, quizá no hay quien las cuente.
Un narrador, perdido en la agonía de la hoja en blanco, piensa y mira alrededor. Por enésima vez fija su mirada en en el teclado de su ordenador, levanta la mirada hacia el techo, permanece así un rato, pero las ideas no han llegado. El café, fiel compañero de las noches de desvelo, se desliza por su boca y deja su amargo sabor, tan amargo como el deseo de vivir cada uno de sus días.
La horas han pasado y ella no ha llegado. El corazón del hombre se cobija en la esperanza de que ella arrive muy pronto. El viento se cuela por una ventana y deja marcada su presencia en su cuerpo. Ella no vendrá hoy, él lo sabe pero se resiste a pensar en ello. El reloj avanza y él está cansado, se resigna, ya no hay más por hacer. Se recuesta en su silla, junta los párpados lentamente como cuando se cierra una puerta en silencio. Se ha dormido.
Los sueños no abundan en esta ciudad de pesadillas. La vida se ve mejor en difusas imágenes mientras se duerme. No quiere despertar, el sueño es muy grato. Sin embargo, de pronto abre los ojos, siente que ella se aproxima, está cerca, tal vez viene por la oscura callejuela ubicada al frente de su habitación. Abre las ventanas, la busca, no está allí. Podría ser que se encuentre en la esquina, bajo la tenue luz del poste. Mira hacia ese lugar pero tampoco está. Vuelve hacia su silla.
Las estrellas no se dejan ver en esta ciudad, son muy pocas las que se muestran por sí solas en las noches. Así lo son también las historias que se pueden contar. Hay que buscarlas, su timidez y su forma discreta de ser las obliga a caminar bajo las sombras.
Nuestro amigo, coge su tasa y desea beber el último sorbo de café, mas este ya se acabó, al igual que la noche. La ciudad empieza a despertar, posesiva y asfixiante, incluso antes de que el se empiece a revelar. Él la espero pero ella no llego. Otra noche en guardia esperándola en vano, pues ella estuvo hoy conmigo, ¿no es así Inspiración?